Paseo de la Reforma: una narración sobre la historia de la Ciudad de México

Paseo de la Reforma: una narración sobre la historia de la Ciudad de México


Paseo de la Reforma es una reflejo de la cultura en la Ciudad de México, un espacio donde conviven un navegante genovés, el último tlatoani azteca, una representación de una diosa romana, una victoria alada y una estela de luz. En el mismo lugar, un grupo de turistas tomando fotos, tráfico de autos y bicis, varias quinceañeras haciendo una sesión de fotos, helicópteros aterrizando en rascacielos, personas en traje tomando un poco de aire y una manifestación de personas desnudas bailando al ritmo del tambor; esa es una de las instantáneas de la gran avenida de la ciudad.


Las calles son entes que se transforman, son unas por la mañana y muy diferentes durante la tarde, la noche y los días de descanso. Con el paso de los años también cambian: se arreglan pavimentos, crecen los árboles, se conectan con otras vialidades. Las personas las transitamos, interactuamos y creamos historias. Todo este imaginario colectivo y las escenas que ahí se suceden, le dan personalidad y vida a estos espacios.

Reforma es, sin lugar a dudas, la avenida más importante de la Ciudad de México, culturalmente hablando. Sus transformaciones han sido constantes, más allá de ser una vialidad, es un libro de historia.

La historia

En 1864 México vivía la segunda intervención francesa y en consecuencia el Segundo Imperio instaurado en el país, encabezado por Maximiliano de Habsburgo, un personaje con buenas intenciones pero con todas las circunstancias en contra. Este periodo duró casi cuatro años, entre los diversos proyectos políticos y culturales del mismo, uno de los más importantes relacionado con el embellecimiento de la ciudad fue sin duda el Paseo de la Emperatriz, un bulevar que conectaría el Palacio Imperial (Palacio Nacional) con el bosque de Chapultepec justo a las faldas del Castillo, residencia de la pareja imperial durante esta época. El nombre original fue en honor a la emperatriz Carlota, el trazo de este elemento urbano estaría inspirado por los bulevares de las ciudades de Europa Occidental. Durante la revisión del proyecto se decidió que la avenida no llegaría hasta Palacio Imperial debido a la traza urbana existente, comenzaría en el punto donde actualmente se ubica el Caballito. Durante este tiempo el camino estuvo restringido al uso de la corte imperial, aunque entonces no había prácticamente construcciones colindantes, se transitaba principalmente en carruajes a caballo y las aceras peatonales no fueron necesarias.

El segundo imperio mexicano terminó en 1867, la República estaba de vuelta. Juárez regresó del norte para retomar la presidencia de México. En cuanto a la famosa avenida, protagonista de este texto, fue nombrada en primera instancia Paseo de Juárez. Al presidente no le encantó la idea, así que encargó nombrarlo Paseo de Degollado, en honor al general Santos Degollado. En 1872 presentó la iniciativa de nombrarlo definitivamente Paseo de la Reforma. Durante esta etapa continuaron con los trabajos, la vialidad se abrió oficialmente al público, se agregaron camellones peatonales y se sembraron árboles (eucaliptos, sauces y fresnos). Se trazaron cuatro glorietas entre lo que ahora es La Palma y Avenida Juárez. En los costados de la avenida empezaron a asentarse las primeras colonias residenciales.

Cuando Porfirio Díaz tomó el poder en 1876, tenía en su política de modernización del país a través de la búsqueda del embellecimiento de las ciudades. Es importante destacar que el general Díaz y sus asesores impulsaron ideas nacionalistas, inspiradas por el positivismo francés, de la mano de esto, en la cultura y el arte llegaría una revaloración del “estilo mexicano” que, evidentemente, ya no era solamente las culturas precolombinas de la región, tampoco era una adaptación de la cultura traída por España, más bien se veía como un sincretismo que abarcaba un gigantesco y complejo espectro cultural, complementado además con otras culturas que de alguna forma incidieron en esta mezcla. El estilo artístico de Europa Occidental era el referente estético, principalmente de Francia y Austria. Durante la administración porfiriana se impulsó este estilo en el país, donde se tropicalizó con los elementos y narrativas propias de México.

Vista de Paseo de la Reforma alrededor de 1897. Al fondo se observa difuso el Castillo de Chapultepec. Los automóviles aún no existían, aún no se estilaban las calles pavimentadas y los peatones cruzaban y caminaban indistintamente entre los carruajes.

Es durante esta etapa que se acordó que el Paseo de la Reforma se convertiría en un espacio con monumentos escultóricos que recordaran las épocas y personajes históricos de la nación. Los dos primeros monumentos de este programa fueron Cuauhtémoc y Cristóbal Colón, cada uno encabezando una glorieta. Dentro del mismo programa se plantaron árboles que delimitaban los corredores peatonales. También se colocaron las puertas de Hierro conocidas como la Puerta de los Leones, se implementó el primer alumbrado público y se construyeron una serie de bancas de recinto que perduran en la actualidad. A lo largo de la avenida se ubicaron una serie de pedestales que originalmente serían la base de macetones y dioses griegos. Por propuesta del escritor Francisco Sosa, y dando congruencia al programa original, se decidió finalmente colocar esculturas de personajes ilustres mexicanos, principalmente de la época de la Reforma; cada estado de la república presentaría nombres para seleccionar a dichos personajes, de esta forma se definieron las primeras 24 esculturas, que serían intercaladas con jarrones igualmente fundidos en bronce.

La Glorieta de Cuauhtémoc se convirtió en una oda a las culturas precolombinas, un monumento encabezado por el último Tlatoani mexica y que hace mención a otros guerreros y dirigentes de este periodo como Cuitláhuac, Cacama, Tetlepanquetzal y Coanacoch. Su estilo está inspirado por elementos y principios constructivos prehispánicos.

Por su parte, la Glorieta de Colón muestra protagónicamente al navegante genovés, considerado el descubridor de América. Este monumento conmemora la unión del viejo y nuevo continente y el sincretismo cultural que daría origen a la cultura mexicana. Como figuras secundarias aparecen Fray Pedro de Gante, Bartolomé de las Casas, Fray Juan Pérez de Marchena y Fray Diego de Deza.

Los Pedestales con Personajes Ilustres, han ido extendiéndose durante las diferentes etapas de crecimiento de Reforma, actualmente existen 72. Han seguido la línea de ser elegidos por las administraciones de los diferentes estados. Irónicamente una gran parte de estos personajes a la fecha son poco relevantes, y nos recuerdan que muchas veces la historia la cuentan los que ganan y los que de alguna forma logran aparecer.

Esta foto es un poco posterior a 1900, donde se aprecia el punto de inicio original de Paseo de la Reforma, adornado con la estatua ecuestre de Carlos IV, actualmente en la explanada del MUNAL y las dos estatuas conocidas como los Indios Verdes (Izcóatl y Ahuízotl).

Por ese mismo tiempo comenzaban a desarrollarse tangencialmente las colonias Cuauhtémoc, Americana (Juárez), Condesa, Roma, Arquitectos (actualmente San Rafael), que con el tiempo poblarían el paisaje alrededor de la avenida.

Un suceso sin duda importante fueron los festejos del centenario de La Independencia, donde se presentaron una serie de mejoras a la avenida, es también dentro de este festejo donde se inauguró el monumento, conocido coloquialmente como El Ángel. La Columna de la Independencia, que en primera instancia celebraba el centenario de México como un país autónomo, es hoy mucho más que eso, representa la libertad, el progreso, la fuerza, la permanencia y la felicidad del país. Se ha transformado en el símbolo por excelencia de la Ciudad de México y es un punto referente para festejos y reuniones.

El gobierno de Porfirio Díaz no duró mucho tiempo más, y pronto La Revolución llegó a la capital, claramente pasando por Paseo de la Reforma. Durante las batallas se dañaron algunas de las residencias que corrían a lo largo de la avenida y también algunos monumentos secundarios, sin embargo los elementos principales no fueron gravemente afectados. No sucedieron muchos cambios durante en este periodo, no obstante, los terrenos de las inmediaciones de las recientemente surgidas colonias comenzaron a acelerar su ocupación, se construyeron residencias, principalmente de alto nivel económico, inspiradas por el estilo arquitectónico Neoclásico, Art Nouveau y Art Déco francés.

A finales de la década de 1920 se consolidaba la zona de Chapultepec Heights, actualmente conocido como Lomas de Chapultepec, una zona de muy alto nivel económico donde muchos de los que lograron sortear la revolución o enriquecerse gracias a ésta, se hicieron de una propiedad. Esta zona hizo necesaria la prolongación de la avenida, que se conocería posteriormente como Reforma Poniente.

Con la década de 1940 vino la pavimentación total del paseo y se establecería el camellón central, inaugurando entonces el monumento de la Diana y dando comienzo a un proyecto inconcluso en el cruce con Avenida Insurgentes.

Con respecto a la Diana Cazadora, su nombre original fue La Flechadora de las Estrellas del Norte, inspirada claramente por el ser mitológico de Diana, la diosa romana de la cacería. Poéticamente el título sugiere una mujer que en lugar de cazar presas, lanza sus flechas a las estrellas. Aunque el referente histórico es lejano a la cultura mexicana fue un símbolo que se adoptó como propio y al que pronto comenzó a llamarse simplemente “La Diana”. Esta obra ha cambiado de ubicación en tres ocasiones; en algún momento se le agregó una falda y después se le quitó. Debido a los daños causados durante estas modificaciones se fundió una nueva pieza que es la que se exhibe actualmente. Este monumento puede relacionarse con el concepto de la mujer y de las ideas progresistas en el país.

Durante la década de los años 50, aparecieron los primeros edificios altos en las inmediaciones, el tráfico incrementó, se hicieron ajustes en los carriles y se pavimentaron totalmente los andadores peatonales. El terremoto de 1957 causó daños en la ciudad, entre ellos la caída de El Ángel, que fue prontamente reparado y colocado de nuevo en su sitio.

La fuente Petróleos, inaugurada en 1952 estaba rodeada por un pequeño jardín con vegetación endémica. La pieza rememora la expropiación petrolera, habla sobre un periodo de crecimiento y apuesta del país, celebra la fuerza para sacar una industria adelante. Narra cómo el trabajo en conjunto de técnicos, especialistas, trabajadores y políticos dio lugar a uno de los mayores éxitos industriales de la historia de México.

Una fotografía de 1954 donde se aprecia una ciudad “moderna” y dinámica. Con los primeros edificios altos y construcciones de estilo moderno.

En las décadas de los 60 y 70, México se encontraba en un gran momento, el valor del peso era alto, había sido seleccionado como sede olímpica para 1968, se hablaba del milagro mexicano. En la capital  Ernesto P. Uruchurtu era el regente en turno y había organización y presupuesto para muchas obras y proyectos. Uno de estos planes, que en primera instancia pareció un poco descabellado fue llamado “El Proyectazo” que implicaba, entre otras cosas, una ampliación principalmente de orden funcional, de Paseo de la Reforma desde el Caballito hasta la glorieta de Peralvillo. Para concretar este proyecto se tuvieron que demoler algunas construcciones y obras existentes y modificar el trazo urbano previo. Con esta ampliación se agregaron tres nuevas glorietas, en las cuales se colocaron monumentos en honor a Simón Bolivar, José de San Martín y Cuitláhuac, agregando también esculturas laterales en honor a personajes ilustres, siguiendo el plan original. Adicionalmente se anexaron siete pequeñas glorietas en la zona de Reforma Poniente.

Durante las década de los años 80 y 90 siguieron las transformaciones. La estatua ecuestre de Carlos IV, que en algún momento marcó el inicio de Paseo de la Reforma, se reubicó a la plaza Manuel Tolsá. En la esquina con la calle de Sevilla se construyó la Glorieta de Cutzamala en honor al principal centro de distribución de agua de la ciudad, esta obra solo duró poco más de 10 años, ya que en este sitio posteriormente se reubicó la Diana Cazadora. En 1985 sucedió el temblor más desastroso de la época moderna de México, provocando el derrumbe de muchos de los edificios ubicados a lo largo del andador. Indudablemente, el paisaje sufrió cambios drásticos.

Años después se inauguró la escultura del Caballito, situada en la zona que antes ocupaba la estatua ecuestre a Carlos IV y, que por costumbre, esta zona nunca dejó de ser llamada por este nombre. La escultura del monarca, aunque no fue colocada originalmente con ese propósito, con el tiempo se convirtió en un elemento histórico que hacía referencia a la época de la colonia y el Virreinato, mostrando al Rey Español del momento. Posteriormente, en esta plaza se presentó la mega-escultura del Caballito de Sebastián, un objeto que geometriza la silueta de un caballo, fabricado con metal y pintada de color amarillo, que funciona además como respiradero del drenaje. La abstracción geométrica claramente olvida el sentido histórico del objeto antecesor. No hay mucho más que decir sobre esta pieza.

Comenzando el siglo XXI da paso la implementación de un programa urbano que se planeó años atrás y que consistía principalmente en la colocación de concreto hidráulico en los arroyos viales, placas de concreto y piedra en las zonas peatonales, implementación de rampas y cruces peatonales, mantenimiento mayor en todas las áreas verdes, un nuevo sistema de alumbrado, restauración de las bancas de recinto y la sustitución del camellón central por el actual entramado de figuras piramidales fabricadas de concreto.

Se acercaba la celebración del Bicentenario de la Independencia, después de algunos tropiezos se define el programa para los festejos, que además de terminar las obras de restauración y mejora, incluía un monumento que sería definido a través de un concurso.

La Estela de Luz fue el proyecto elegido para conmemorar los 200 años de Independencia y 100 de la Revolución Mexicana, se inauguró en 2012 a un lado de la Puerta de los Leones. La pieza no hace referencia directa a un momento histórico del país. Conceptualmente habla del México moderno, sobre la tecnología y lo que está por venir. Un elemento polémico, que ya se ha convertido en parte importante de la escenografía urbana, aunque no parezca estar a la altura del resto de los monumentos principales, solo la historia podrá dar su veredicto final.

Curiosamente, en algún momento se llegó a plantear que el monumento que conmemoraría el Bicentenario se colocaría en el espacio de la Glorieta de la Palma, sin embargo, desde finales del siglo XX, movimientos en pro de la naturaleza y algunos otros grupos defendieron la conservación de este elemento. Esta longeva planta se estima que fue colocada entre 1920 y 1930, quizá en su momento fue una más de las piezas de vegetación proyectadas. Propiamente este elemento no hace referencia a algún momento histórico, pero es un elemento icónico y que hemos hecho parte del contexto. De manera no planeada quizá se ha convertido también, en un símbolo de la protección a la naturaleza, un tema que buena falta nos hace reflexionar en tiempos actuales.

En años recientes hemos visto el crecimiento de rascacielos, principalmente a la altura de la Puerta de los Leones, el paisaje a esta altura se ha convertido en una imagen imponente, propia de las grandes ciudades. Desde 2018 una de las líneas del Metrobus comenzó a circular por un tramo de la vialidad. Algunos de los edificios nuevos tienen iluminación propia, que junto a la Estela de Luz y el sistema de alumbrado han creado una nueva perspectiva de Paseo de la Reforma por las noches.

Una fotografía reciente que muestra Paseo de la Reforma visto desde la explanada del Castillo de Chapultepec. (Foto: Shutterstock)

Son muchas las mentes, los estilos, las opiniones y las circunstancias que han determinado los objetos existentes en este paseo. Los elementos históricos que se han ido colocando han sido seleccionados según los encargados y responsables de turno, y es así como muchos personajes y pasajes históricos han sido incluidos y otros muchos han sido olvidados, una situación común dentro de la historia; sin embargo, al recorrer esta vía son muchos los símbolos que encontramos que nos hablan sobre los diferentes periodos históricos en nuestro país.

Paseo de la Reforma es un espacio con vida, un entramado que nos cuenta la historia de la ciudad, se transforma con el paso del tiempo y va dejando huella de sus diferentes etapas, ya que alberga un ecosistema muy complejo. los elementos que aquí se mencionan son solo algunos de los más destacados, porque este espacio ha sido, además, un foro para las más diversas manifestaciones, un punto para las más importantes celebraciones, uno de los lugares predilectos para pasear y el escenario perfecto para libros, películas e historias cotidianas. Las personas escribimos nuevas historias todos los días y es por eso que cada vez que pasamos por ahí podemos estar seguros de estar siendo parte de esa historia y esa transformación constante.

Foto portada @dronerobert